Durante un periodo de 35 días, un equipo de científicos se sumergió para explorar diez montes submarinos ubicados en las dorsales de Nazca y de Juan Fernández, en la región sureste del océano Pacífico. Estas cordilleras submarinas atraviesan las aguas de Perú y Chile, así como zonas de aguas internacionales en su camino.
El resultado de esta exploración fue el descubrimiento de «numerosas especies realmente sorprendentes», según Javier Sellanes, el investigador y doctor en oceanografía que lideró esta expedición junto con Erin Easton. Las expediciones en curso en esta región del océano Pacífico, junto con el registro de la biodiversidad encontrada, incluyendo especies nuevas para la ciencia, son datos esenciales para la posible creación de lo que podría convertirse en la primera área marina protegida en aguas internacionales. Esta oportunidad se abrirá una vez que el Tratado de Alta Mar, suscrito en 2023, sea ratificado por 80 países.
«Se encontraron esponjas marinas de casi un metro de altura, corales bambú de dos o tres metros de altura y erizos del tamaño de un melón o una sandía, algunos muy grandes, pesando tres o cuatro kilos, y muy abundantes en ciertas áreas, cubriendo prácticamente el lecho marino», relata Sellanes sobre las diversas especies marinas avistadas a más de dos mil metros de profundidad.
Durante esta inmersión en zonas poco exploradas del océano Pacífico, los científicos identificaron más de cien especies que podrían ser desconocidas para la ciencia. «Se registraron varias centenas de especies, tanto a través de vídeos como mediante la recolección de muestras. De todas ellas, creemos que al menos 100 podrían cumplir con los criterios para ser consideradas potencialmente como nuevas especies para la ciencia», comenta Sellanes, quien es profesor en la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte en Chile, e investigador en el Centro de Ecología y Manejo Sostenible de Islas Oceánicas (Esmoi).
La expedición tuvo lugar del 8 de enero al 11 de febrero de 2024 a bordo del buque de investigación Falkor, una embarcación científica del Instituto Schmidt Ocean. Para explorar el lecho marino, los científicos emplearon un robot submarino operado remotamente, el ROV SuBastian, capaz de descender hasta 4500 metros de profundidad y equipado con sensores y cámaras para capturar imágenes y vídeos de alta resolución.
El grupo estaba compuesto por 21 individuos de diferentes instituciones científicas, incluyendo la Universidad Católica del Norte y la Universidad de Valparaíso en Chile, la Universidad de Texas del Valle de Río Grande en Estados Unidos, así como Esmoi, entre otras. También participaron tres personas de la isla de Robinson Crusoe, situada en el Parque Nacional Juan Fernández en Chile, una de las áreas exploradas durante la expedición.






